Transforma la presión en rendimiento
- 17 jul
- 2 Min. de lectura
Te doy la bienvenida a este espacio de reflexión y acción. Una idea, una palabra, un pensamiento, un nuevo entendimiento o una perspectiva te llevarán a hacer algo diferente (#HAD).
Vivimos en un mundo ejecutivo, en el que estamos entrenados para asociar rapidez con resultados; responder más correos, tomar más reuniones, ejecutar más tareas en menos tiempo, responder ágilmente a los cambios, tender las prioridades, resolver más temas, estar en una jugada de mayor velocidad.
Sin embargo, te interesará saber que la neurociencia nos dice algo muy diferente: nuestro cerebro no está diseñado para funcionar bien en modo de aceleración constante.
¿Qué pasa cuando operas solo en modo velocidad?
Cuando estamos a gran velocidad por mucho tiempo, podríamos experimentar algunos de los siguientes efectos:
Neurofatiga
La corteza prefrontal (donde tomas decisiones complejas, priorizas, resuelves conflictos) se agota con la sobrecarga; resultado, perdida de foco, claridad y empatía.
Entrar en modo supervivencia
Estás más propenso a operar con una reacción rápida, poniéndote a la defensiva, o experimentando ansiedad; resultado, confundir urgencia con importancia y apagar fuegos todo el día.
Tener ciclos de estrés sostenido
El cortisol elevado de forma crónica deteriora tu memoria, sueño y creatividad. Rindes más… pero peor.
¿Qué pasa cuando reduces la velocidad estratégicamente?
Tomas mejores decisiones, porque das tiempo al pensamiento profundo.
Escuchas y observas lo que normalmente ignoras.
Reconectas con dirección, no solo con acción.
Tu sistema nervioso se regula, y tu energía se vuelve sostenible.
Lo que dicen los estudios:
Según Harvard Business Review, los líderes que agendan pausas estratégicas tienen un 18 % más de claridad en decisiones clave.
La neurociencia cognitiva ha demostrado que trabajar con pausas de 5 minutos cada hora aumenta la retención, creatividad y desempeño hasta en 40 %.
Conclusión:
Estar siempre ocupado no es un signo de liderazgo efectivo, sino de interferencia no gestionada.
Velocidad no es sinónimo de progreso. Si quieres llegar lejos, no avances más rápido… Avanza con menos interferencias, con mayor intención, y con un sistema nervioso que esté a tu favor, no en tu contra.
Recuerdo que tenía la velocidad incorporada en mi forma de ser, caminar rápido, hablar rápido, trabajar rápido y vivir de la misma manera. Seguramente la palabra apúrate, estaba en mi vocabulario desde niña.
Me descubrí, siendo mamá, los domingos llamando a mis hijos para que estuvieran listos, diciendo apúrense, se hace tarde… me pregunto, para qué se me haría tarde, si no tenía boletos para el cine o teatro, solo íbamos al parque. Después me di cuenta de que tenía prisa, aunque no la tuviera... ¿Te suena? Si es así, es bueno hacer ajustes en la forma en que vives y trabajas.
¿Alguna idea de por dónde empezar?






Comentarios