El secreto para no contagiarte de la velocidad de los otros
- Hilda Fainsod

- 27 nov
- 4 Min. de lectura
"No es solo el paisaje que se pierde por ir demasiado rápido, también
te pierdes la sensación de a dónde estás yendo y por qué."
- Eddie Cantor
Lo que los líderes pierden cuando van a toda velocidad
Conozco a esos ejecutivos que viven acelerados y cuando llegan a sesión, su respiración está agitada y les cuesta inicialmente pausar y desconectarse de lo que traen en mente. Recuerdo especialmente a uno, que seguía hablando y moviéndose a alta velocidad. Le pregunté si siempre iba a 100 revoluciones por minuto y su respuesta fue: siempre. Y sabes, cuando vives así en el trabajo, vives así en la vida.
La mayoría de los ejecutivos vive con exceso de velocidad, y cuando estás a esa velocidad; sin pausa, sin espacio, sin perspectiva; no solo te pierdes momentos importantes, te pierdes información crítica para tomar mejores decisiones, sostener tu desempeño y mantener tu bienestar.
La velocidad constante no solo acelera tu agenda; reduce tu conciencia, y cuando un líder pierde entendimiento, pierde poder.
Te doy la bienvenida a este espacio de reflexión y acción. En donde una idea, una palabra, un pensamiento, un nuevo entendimiento o una perspectiva te llevará a hacer algo diferente (#HAD).
Aquí está lo que se pierde, sin darse cuenta:
1. Se pierde la claridad sobre lo esencial
Cuando todo es urgente, nada es verdaderamente importante. Vivir acelerado te desconecta de:
Lo que realmente quieres lograr;
por qué lo haces,
y qué merece tu energía.
Muchos ejecutivos creen que están avanzando, pero en realidad están reaccionando, no liderando.
2. Se pierde la lectura fina del equipo
La velocidad te vuelve ciego a señales de:
Cansancio acumulado,
tensiones no resueltas,
desalineaciones silenciosas,
oportunidades de crecimiento.
No es que los equipos no hablen. Es que el ritmo del líder no deja espacio para escuchar.
3. Se pierde la capacidad de anticipación
Moverse demasiado rápido te deja atrapado en el corto plazo y cuando eres cortoplacista:
Ves síntomas, no causas;
apagas incendios, no construyes soluciones;
gestionas tareas, no transformaciones.
La anticipación nace de la pausa, no de la presión.
4. Se pierde la creatividad
A modo de supervivencia, el cerebro no innova. El estrés sostenido cierra posibilidades, rigidiza el pensamiento y reduce la flexibilidad mental.
La creatividad, la que genera valor real para el negocio, necesita: espacio, foco y energía recuperada. Sin eso, el líder repite fórmulas viejas para problemas nuevos.
5. Se pierde bienestar, y con él, sostenibilidad
Nadie rinde bien de forma continua cuando vive desde el desgaste. A mayor velocidad sostenida, mayor costo emocional, físico y relacional.
El problema no es el esfuerzo. El problema es la falta de recuperación.
La velocidad sin pausa termina generando líderes que funcionan… hasta que dejan de hacerlo.
La verdadera pregunta: ¿qué estás dejando de ver?
Todos tenemos puntos ciegos. Pero se vuelven peligrosos cuando la velocidad los amplifica. Por eso, la pausa estratégica no es un lujo. Es una herramienta de liderazgo.
Permite ver:
con más claridad,
con más perspectiva,
y con más inteligencia emocional
Lo que realmente mueve al negocio y al equipo.
Aquí, las 9 estrategias para no caer en la inercia de la alta velocidad
1. Define tu “ritmo estratégico” antes de que otros lo definan por ti
La velocidad del entorno no siempre debe convertirse en tu velocidad interna. Pregúntate cada mañana:
¿Qué velocidad requiere lo verdaderamente importante hoy?
¿A qué NO le voy a responder en automático?
Decidir tu ritmo evita que el de los otros te arrastre.
2. Pon límites sin perder influencia: establece ventanas de respuesta
No necesitas estar disponible todo el tiempo para ser efectivo.
Ejemplos de ventanas:
Responder mensajes críticos cada 2–3 horas.
Reuniones concentradas entre 10 y 13 horas.
Tiempo protegido para trabajo estratégico por la tarde.
Cuando tú diseñas tus ventanas, reduces la sensación de persecución constante.
3. Gestiona la “tríada tóxica”: urgencia, prioridad y emoción
Antes de reaccionar, haz tres preguntas:
¿Es realmente urgente?
¿Es realmente prioritario?
¿Es mi emoción o la presión del otro?
Esta mini-pausa detiene la inercia antes de que arranque.
4. No absorbas la ansiedad del jefe: regula tu sistema nervioso
La velocidad de tu jefe muchas veces no es velocidad: es ansiedad disfrazada de productividad. No la adoptes como tuya. Respira, baja pulsaciones y piensa:"¿qué de esto me corresponde realmente y qué no?"
5. Sé explícito con la carga y con la capacidad
La mayoría de líderes cae en la velocidad ajena porque no expresa límites con claridad. Estas son tres frases que funcionan:
“Puedo hacerlo hoy, pero entonces esto otro se movería a mañana, ¿qué prefieres?”
“Para cumplir esto con calidad, necesito X horas/día.”
“Sí, lo tomo, pero ajustemos las expectativas realistas.”
Negociar capacidad reduce la velocidad innecesaria.
6. Anticipa el caos: planifica escenarios
Si sabes que tu empresa cambia prioridades constantemente, juega a favor, planifica:
Escenario A: continuidad
Escenario B: cambio moderado
Escenario C: giro completo
La anticipación te permite mantener tu propio orden aun cuando el entorno se acelera.
7. Usa la técnica del “enfoque mínimo viable”
Cuando todo cambia rápido:
Define cuál es el avance mínimo que genera impacto real.
Enfócate solo en eso.
De esta forma, no caes en la velocidad del otro porque tienes claro qué mueve la aguja y qué solo llena la agenda.
8. Protege un “tu espacio personal” en la agenda diaria
Un bloque de 45–60 minutos SIN urgencia, SIN correos y SIN interrupciones. Puede ser:
A primera hora del día;
justo después de comer;
o cierre del día.
Este bloque es tu ancla. Si lo cumples, no te pierdes a ti mismo en el ritmo de los demás.
9. Trabaja desde la intención, no desde la reacción
La inercia nace de reaccionar. La estrategia nace de elegir.
Haz este ejercicio diario: ¿qué intención tengo hoy como líder?
Impactar.
Cuidar mi energía y la de mi equipo.
Elevar el criterio de decisión.
Profundizar una relación clave.
La intención clarifica. La reacción acelera.
Un recordatorio clave para un líder de alto nivel
La velocidad del entorno no define tu desempeño. Tu capacidad de sostener claridad, ritmo y energía es lo que determina tu impacto.
Me encantará escuchar tus comentarios y ver cuál de estas estrategias implementarás.
Hasta la próxima semana.





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